Tal vez no sea un blog de fisioterapia, el mejor lugar para hablar acerca de la situación de guerra en la que se encuentra Europa. Pero, ante el genocidio que se está cometiendo en nuestras fronteras, no me puedo esconder.
Visité Rusia hace unos 17 años, era un país paupérrimo, con una población empobrecida y una gran flota militar tan oxidada como sus militares alcoholizados. Ponías el canal oficial de televisión (Vesti) y a todas horas estaba su encantador presidente. Salía con un kimono de Judo en un jardín, peleando contra 8 niños rusos. Después de vencerlos a todos, uno por uno, les besaba en la cabeza, les daba abrazos y una serie de consejos para que se hicieran buenos hombres. Salías a la calle y la gente compraba bustos de Putin. Unos compraban estatuas y otros cuadros. «Le adoramos», me decían. «Sabemos que está robando, pero cada año estamos mejor, los anteriores políticos nos lo quitaron todo».
Pensé que ganaría las elecciones con facilidad. Y así fue. Mandato tras mandato, cada vez que salía un adversario político con carisma, terminaba asesinado o envenenado con sustancias radiactivas. Sustancias no fáciles de conseguir para todo el mundo. Empecé a leer y me di cuenta de que estaba manipulando a todos los países de su periferia. Nombraba a políticos marionetas a los que controlaba con mano de hierro. Así era en Chechenia, Bielorusia, parte de Moldavia, Ucrania…etc. En este último país, tenía a su amigo Viktor Yanukovick. Pero el pueblo ucraniano, en una revolución nacional llamada «la revolución naranja» (the orange revolution) decidió cambiar su destino. Se proclamaron elecciones y tuvieron varios presidentes: Viktor Yushchenko, Yulia Tymoshenko, posteriormente Petro Poroshenko y, actualmente, Volodimir Zelensky. Putin no perdonó ni olvidó que el pueblo ucraniano quisiera vivir libre, tal y como vivimos en Europa occidental. Pero el pueblo ucraniano quiere ser ucraniano y la voluntad del pueblo no se puede doblegar con la fuerza.
Vladimir Putin, fue dotado por Dios con una gran inteligencia, desarrollando una gran mente dotada para la política y la estrategia bélica. Pero su locura, no es menor que su inteligencia. Algo así sucedió anteriormente con Napoleón o Hitler. Mentes privilegiadas, mentirosos, malvados, asesinos, sin escrúpulos y ambiciosos de aparecer en los libros de historia. Vladimir Putin, se crió sin sus padres, estuvo casado con una familia a la que maltrató y con la que no tiene relación alguna.
Desde aquellos años que visité Rusia hasta el día de hoy, Europa le ha comprado cantidades ingentes de gas y petróleo. Ese dinero no ha sido empleado en mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, ha sido empleado en mejorar y aumentar su potencial bélico. Es decir, le hemos pagado un ejército nuevo y con capacidad para destruirnos a todos en pocos días. Cada vez que firmaba un tratado antinuclear, invertía más en ciudades subterráneas para desarrollar este tipo de armas. Nos mentía y nos engañaba. Y nuestros políticos se lo podían imaginar, pero miraban para otro lado.
Ahora está cometiendo crímenes de guerra, un genocidio. No es declarado así por su capacidad de veto en la ONU, pero se llama así: Genocidio.
La Europa cobarde, no va a ayudar al pueblo ucraniano, estamos más preocupados por el ecologismo, las macrogranjas o el lenguaje inclusivo. Estados Unidos está retirado, está viejo, es una vieja gloria. Su presidente es una buena imagen de cómo está el país: Joe Biden tiene buen aspecto pero está mayor.
Nadie va a hacer nada, Putin lleva toda su vida preparándose para este momento, especialmente los últimos 8 años, desde que robó Crimea a los ucranianos. Ha sacado todos sus principales fondos de europa y ha aumentado sus reservas de dinero para este momento. Y tiene todas las materias primas necesarias para el desarrollo de su pueblo. Y se ha asegurado la venta de combustibles a China por los siguientes años por si Europa no le compra.
Los europeos no se han dado cuenta, pero la guerra ya está aquí. No va a parar. ¿Paró Hitler? ¿Paró Napoleón?. El siguiente será Moldavia, donde ya domina parte del país. Moldavia lo tomará en una mañana. Rodeó a Ucrania por el norte, sur, este y oeste. Y la atacó a la vez en todas sus ciudades: pequeñas o grandes. Mandó terroristas y mercenarios chechenos, y bielorrusos, a atacar a Ucrania. Especialistas curtidos en mil guerras para enfrentarse a un diminuto y joven ejército, lleno de adolescentes sin apenas experiencia bélica. Para no dejar nada en pié. Dice que su gobierno es nazi y que va a limpiar el nazismo de Ucrania. Es curioso, porque el presidente de Ucrania es judío. Nunca he conocido un judío nazi. Es más, supongo que escasean.
Ha diseñado una operación bélica sobre Ucrania digna de un cirujano. No ha dejado nada sin atar. Su bisturí lleva muchos años entrenándose. Y mientras, nosotros hemos estado pagándole todo lo que necesitaba para desarrollarse, mientras Europa miraba para otro lado, y EEUU tenía otros frentes abiertos. Demasiados y menos importantes, tal vez. Pero el dragón ha seguido engordando y desarrollando sus prácticas mafiosas en pequeños países que no le importaban a nadie. Y ahora ya está aquí, en el patio trasero de nuestra casa, y todavía nuestros políticos miran para otro lado. Cuando queramos enfrentarle, será tarde. De hecho, ya se permite el lujo de amenazar a la OTAN, a Finlandia y a Suecia. Loco ególatra, dictador que encarcela a sus ciudadanos cuando se manifiestan pacíficamente por la paz, y asesina a sus adversarios políticos.
Ya que nuestros políticos no van a hacer nada, más que acciones de cara a la galería, pido a los ciudadanos europeos que usan el gas ruso, que apaguen la calefacción y usen mantas. Sé que hará frío, pero más frío pasan las mujeres y niños ucranianos por las noches en los sótanos subterráneos antibombas, mientras no pueden dormir por los silbidos de los misiles rusos que no paran de caer. No está atacando una ciudad, está atacando todo un país entero a la vez. Ciudad por ciudad, pueblo a pueblo. Mercenarios, asesinos y violadores contratados por él, están haciendo bien su trabajo. Insisto, apagad la calefacción, porque el dinero que gastemos ahora en calefacción, será empleado en armas para matar a nuestros hijos. Mejor pasar frío ahora que no ver morir a nuestros hijos. Nuestros políticos no harán nada.
Tampoco conviene olvidar que la reconstrucción de Ucrania también la financiaremos nosotros. Los caprichosos juegos bélicos el nuevo Zar del siglo XXI, serán pagados con nuestros ahorros. Es así de sencillo.
Eso sí, al igual que a un cirujano que usa bien el bisturí se le complican las cirugías, a Putin se le ha complicado esta intervención. No contaba con el coraje del pueblo ucraniano, ni con su ejército, que no está en venta, ni con su presidente judío, que tiene principios y no para de pedirnos ayuda mientras miramos hacia otro lado. No contaba con los miles de chavales adolescentes que se presentan voluntarios para coger un arma y defenderse, ni con los fuertes jubilados ucranianos que aman su país y su libertad, ni con las mujeres que con cocteles molotov pueden incendiar un tanque de guerra ruso.
Mi mujer es ucraniana y siempre le dije que su país era un desastre. Ahora me doy cuenta de que no es así. Su país es más grande que el mío. La grandeza de un país la hacen sus gentes. No como nosotros, que ya estaríamos hace tiempo en Portugal huyendo de noches en las que no anochece con la claridad de las explosiones. Noches en las que no se oyen los grillos ni los coches sino los silbidos de los misiles en tu calle.
La guerra ha llegado a Europa y ha llegado para quedarse, no va a parar. Si todo le sale tal y como él piensa, el año que viene Rusia tendrá 44 millones de habitantes y unos 400.000 soldados más. Es decir, se anexionará Ucrania. Los ucranianos a los que ahora no ayudamos, se verán forzados a atacarnos a nosotros con las bombas que les regalaremos nosotros, comprando hidrocarburos a Rusia.
I DONT FORGET AND DONT FORGIVE.
I ONLY HAVE HATE IN MY HEART.