Hoy hace un poco más de 2 años que empezamos la aventura con la fisioterapia en Talavera. Apenas 2 años y 2 meses que abrimos la clínica de Fisioterapia Avanzada Martín Vasco. 26 meses duros y al mismo tiempo llenos de alegría y de buenas noticias.
Hemos aprendido mucho, no solamente en lo profesional, en lo personal también. La semana pasada traté a Robustiano M. S. y sin duda alguna hace honor a su nombre. Hombre alto para su época, delgado tal y como exigía su tiempo y con manos de acero para sobrevivir a una guerra civil. Conoció el hambre y se hizo amigo del dolor conviviendo con este durante media vida. Al entrar por la sala me dio un apretón de manos que si llego a tener Covid en las mismas estruja al virus. Y posteriormente me dijo: “Vengo a aprender, a que me enseñes que tengo que hacer para que se me quite este dolor de caderas”. No supe en ese momento, al mirarle, que el que aprendería sería yo. Pero sí me quedó claro desde el minuto uno, que se iba a adherir al tratamiento al 100%. Ojos azules, tan pequeños como profundos, sonrisa picarona y cejas pobladas.
Al empezar a escribir en su ficha me di cuenta que era mi paciente número 2000. Me sorprendí mucho!!! Parece que fue ayer cuando abrí la clínica pero sin darme cuenta ya han pasado por mis manos 2000 personas. ¡Que se dice pronto! Ya he tratado a 2000 seres humanos!!!. Cada uno con su propia patología o dolencia y detrás de cada uno se escondía una historia personal, única y exclusiva. Algunos me la han contado y otros no, pero yo siempre les he escuchado. Les he escuchado atentamente y les he creído porque tal y como decía Geoffrey Douglas Maitland “cómo vas a ayudar a un paciente si no le crees”.
Robustiano mi paciente de hoy tenía un dolor sacroilíaco de 15 años de evolución. Le empecé a tratar con empujes suaves posteroanteriores en la cadera derecha. Técnica que me va muy bien en el 85% de los casos, pero él me advirtió que eso no le mejoraría. Yo sé que es una técnica con unos resultados fantásticos para la patología en cuestión pero normalmente no trato patologías sino pacientes, es decir, trato a personas y a esta en concreto mis empujes le traían a su memoria un tiempo en el cual el dolor fue insoportable. Me adapté al paciente y le apliqué un tratamiento completamente distinto basado en decoapataciones de cadera y en el calor agradable de la diatermia Indiba. ¿No sé cómo de efectivo es realmente el tratamiento aplicado? Ni sé ¿Qué grado de evidencia científica tiene esta técnica? Pero él no venía a pasar un mal rato y ya el hecho de sentir calor en su zona de dolor consiguió despistar a su cerebro por unos instantes (Control Gate). Partimos de la base que se fue con menos dolor del que trajo y eso reconforta. También se marchó con un puñado de papeles en los cuales había unos dibujos de un muñeco indicando unos sencillos ejercicios para realizar cuidadosamente en su casa.
Él se marchó contento y yo me quedé muy satisfecho. No solamente por haber podido conocer a 2000 personas y haber ayudado a la mayoría de ellas, sino también por los sabios consejos de este encantador anciano. Consejos de abuelo sabio, de hombre humilde, educado en el esfuerzo y en el sacrificio, en la escasez y sin añorar la abundancia. Y es curioso… pero entre los dos en una hora hemos arreglado el país… y un poco sus dolencias.
Tuve un profesor llamado Sergio Lerma que me dijo un día: “En tú clínica tienen que pasar las cosas que tú quieras que pasen”. Y de momento, estimado Sergio… así está siendo.
P.D: Gracias a todos mis pacientes por enseñarme tanto.
Ángel Antonio Martín Vasco.